Inicio

 

EL EDIFICIO QUE VOLVIÓ A HABLAR.

 

 28 de Marzo de 2015

Un buen día me encuentro parado frente a la vieja pero hermosa y perfectamente bien cuidada estación del antiguo tren de Querétaro, en la hoy calle Héroe de Nacozari, delante de otro edificio en franco estado ruinoso, marcado con el número 5, y que tenía una gruesa y enorme puerta de madera algo apolillada por el paso de los años, con un cerrojo de hierro forjado cerrado por un candado algo oxidado. Esperaba a mi cliente, el dueño de dicha propiedad, de la cual un detalle me había llamado poderosamente la atención mientras esperaba que llegara para conocer dicho edificio, y era que tenía esta placa realizada en 18 azulejos:

Este edificio parecía todo menos una fábrica, sin embargo observando la construcción, la calle, la estación del tren, y recordando la historia del ferrocarrilero Jesús García Corona quien con su vida salvó de una destrucción fatal a la ciudad de Nacozari en Sonora en 1907, y por otro lado reflexionando sobre la ubicación que tiene dentro del mapa de esta sensacional ciudad, entendí que cuando se edificó, era una zona mezclada con industria y comercio, pues por el hecho de estar al otro lado del río, hoy avenida Universidad, seguramente en aquella época serían "las afueras" de la ciudad donde prosperaban todos estos negocios...

¿Sería que ahí fabricaban jabón? Por la forma del edificio en su exterior más bien me parecía un edificio de oficinas, pero en lo que yo dilucidaba todo lo anterior, finalmente llegó el dueño para abrir y mostrarme esta propiedad que deseaba vender...

Después de abrir el candado que tampoco era muy moderno que digamos, le ayudé a levantar el cerrojo de pesado acero y empujar la puerta que no le faltó rechinar algo al momento de abrirse. Esto fue lo primero que vi...

Y al seguir adentrándome percibiendo el dominante olor a polvo, humedad, y una mezcla de "aromas" a maderas y fierros con salitre, etc. debo confesar que quise salir de ahí a la brevedad y decirle al dueño que no era el tipo de propiedades que solemos ofrecer en nuestro inventario. Sin embargo mi regla siempre ha sido evaluar con toda objetividad y precisión cada propiedad que nos dan a vender y esta no fue la excepción. Como sea, continuamos con el "tour" por la propiedad y estas fueron otras escenas que mis cinco sentidos percibieron...

Cada habitación estaba llena de muebles viejos, materiales de deshecho, triques que todos los miembros de la familia habían "almacenado" durante los últimos 40 años...! y finalmente el propietario me comenzó a platicar la historia de como había sido una fábrica de jabones y con la llegada de las transnacionales a México simplemente no pudo competir, teniendo que cerrar sus puertas al público, y quedando en total estado de abandono por más de cuatro décadas. Un tiempo estuvo rentada a una mueblera conservando aún el rótulo con el nombre de aquella compañía.

Hice un breve esfuerzo de imaginación y me di cuenta que no era tan complicado rescatar el encanto oculto que este edificio tenía, y que pedía a gritos volver a florecer. Detalles como las estructuras tipo Fink armada con remaches, o las columnas forradas de granito soportando la losa con bóvedas catalanas algo disfrazadas por la pintura y yeso, tragaluces de vitroblock artístico, y en general concluí que no era ni remotamente una joya arquitectónica, y tampoco remodelado y rescatado lo sería, simplemente tenía un enorme potencial que permitiría traer de vuelta su originalidad de un edificio simplón, pero que asomaba una gracia muy particular...

Comencé a pensar cómo quedaría un restaurante, o un bar, o de alguna manera extraña unas oficinas... Como sea ese mismo día dejé rotulada la fachada e inicié la comercialización. Uno de los dueños me dijo que pretendía pintar la fachada y quitarle todos los anuncios y la placa. Yo lo paré en seco y le dije que por ningún motivo le quitara la placa, pues el edificio perdería valor, pero sobre todo perdería su historia por pequeña y triste que hubiera sido! Al menos me hizo caso y no tocó nada de la fachada!

Debo confesar que ayudaba mucho el hecho de que recientemente el gobierno municipal se había propuesto rescatar este cuadrante del centro histórico, sobre todo por la vieja estación del ferrocarril que es un punto turístico obligado por el edificio mismo, y por la impresionante maqueta de trenes que ahí se encuentra.

Como yo conservé un juego de llaves, comencé a mostrarla a diversos prospectos quienes la veían con tantos puntos de vista como su imaginación les dictaba, unos le vieron posibilidades hasta de realizar pequeñas suites para rentar, y yo me di a la tarea de intentar el diseño de las mismas con un proyecto de ocho suites, el cual en lo personal me gustó mucho el concepto, pero al cabo de un tiempo creo que sucedió algo que me motivó dedicarle el presente artículo a este inmueble, pues considero que fue una circunstancia poco mas allá de una simple coincidencia... Usted querido lector, juzgará por si mismo a que me refiero...

Recuerdo que era un sábado por la mañana, y se presenta otro prospecto a quien comienzo a realizarle el "tour", siempre con un poco de pena por tanto polvo, muebles viejos y tiliches sin ningún valor o uso posible, y advirtiéndoles que vieran con cuidado por donde pisaban, sin embargo, curiosamente percibo una dosis muy alta de buena voluntad de este posible comprador sobre el edificio, y en el momento que me entrega su tarjeta de presentación, me voy de espaldas cuando veo que el nombre de este despacho de diseño gráfico e industrial, era...

¡¡¡ "LA JABONERA" !!!

Con una especie de corto circuito dentro de mí, le requiero de inmediato una explicación que me permitiera entender este evento...!

Resulta que este despacho rentaba en otro lado del centro histórico, y ya le pedían que entregara el lugar, pues iban a vender el edificio en la esquina de Pino Suárez y Av. Tecnológico, inmueble que en otra época había sido también una fábrica de jabón y aún conservaba el crisol donde se fundía la pasta, mismo que era el motivo principal de la decoración de ese despacho, razón por la cual en un momento le nombraron a su empresa "LA JABONERA".

Este prospecto me confesó que en sus andares para buscar una nueva ubicación, le había llamado poderosamente la atención la placa del jabón Lourdes que tenía afuera, y tomando el teléfono de mi rótulo no dudó ni por un instante en pedirme la cita.

A partir de esta primera visita, hubo varias más con el resto del equipo de su empresa y para acortar el relato, lo compraron, incluyendo varios muebles y objetos viejos que pudieron haberse ido a la basura pero que ellos rescataron con mucha visión.

Tiempo después me enteré que los dueños anteriores del otro edificio eran de la misma familia... Eran "Jaboneros"...!

El trabajo que realizó este despacho para rescatar la esencia original del inmueble fue sensacional, con una sensibilidad y respeto a toda prueba, pero sobre todo con poco presupuesto y mucha imaginación. No hubo necesidad de agregarle ni quitarle un metro cuadrado.

Hoy es el recinto de una empresa de diseño que regresó a la vida a este edificio que se mantuvo callado y en hibernación por más de 40 años, regresándole el orgullo a la familia que lo vendió, de la cual estoy seguro que cada vez que uno de sus miembros camine por enfrente de él, podrá sentir una paz y tranquilidad de que quedó en muy buenas manos!

El edificio volvió a hablar, y volvió a oler a jabón...!!!


CLAUDIO MÁRQUEZ PASSY

 

 
 

VER CURRICULUM