Se supone que al tañer la campana
de Dolores en Palacio Nacional cada 15 de septiembre, los mexicanos rememoramos
la independencia.
Para el caso, debiéramos festejar
la susodicha independencia cada 24 de febrero, cuando el estratega Agustín de
Iturbide, en 1821, junto con la resistencia y valor de Vicente Guerrero, lograron consolidar lo que nadie pudo en once años.
Paradójicamente, la guerra de
independencia se perdió ganando la batalla del cerro de las cruces un 30 de
octubre de 1810. Apenas habrían pasado 45 días de que el cura guanajuatense saliera del pueblo de Dolores con un ejército improvisado, sumado a una milicia
excarcelada sin estrategia alguna, y todo para que se arrepintiera en el último minuto de entrar a
la Ciudad de México, terminando con ello una empresa sin pies ni cabeza. Por cierto, al frente del ejército realista, y a la entrada de la capital, estaba esperándolo un "capitán" de apellido Iturbide.
Indudablemente fue un buen show
que preparó don Miguel Hidalgo, quien le heredó su faena a otro cura un poco
mejor preparado y con más idea de esta aventura, don José María Morelos y
Pavón, quien sería fusilado un 22 de diciembre de 1815. Se volvió a perder
la guerra, aunque la guerrilla la mantuvo Guerrero. Sonó a verso sin esfuerzo.
Siempre me he preguntado: ¿por
qué tanto vitorear desde el palco de Palacio a los perdedores, y nada a los
verdaderos ganadores y consolidadores de ese sueño de independencia? Sólo en
dos ocasiones se ha mencionado a Guerrero, pero jamás a Iturbide. Ambos fueron los verdaderos ganadores.
Este será un cuento de nunca
acabar, pues tal parece que los héroes que deben retroalimentar nuestra identidad
han de ser en el mejor de los casos, mártires-perdedores.
De lo anterior, la pregunta que me
vengo haciendo hace tiempo es: ¿Qué hubiera pasado de no perseguir la "susodicha”
independencia? La respuesta: hoy seríamos España, parte de España, o
seguiríamos siendo la "nueva” España. ¿Malo? ¿bueno? ¿regular? ¡quién sabe! ¿Cómo nos trataría Estados Unidos?
Como dato entre líneas, un 15 de
septiembre, pero de 1821, Yucatán declaraba su propia independencia de México. A
esto le llamo la independencia de la independencia. Que relajo.
Ese mismo año,
Texas se comenzó a perder, dando permiso
a colonos ingleses para que se establecieran cómodamente en ese territorio, y
no creo que Iturbide o Guerrero no estuvieran enterados. Buena forma de iniciar
una "independencia”, es decir, perdiendo poco a poco territorio en manos de
otros. Como sea, España no reconoce la independencia, sino hasta fines de 1836, año en que Santa Anna ―preso y con los grilletes en los pies― hace creer a
los gringos, firmando quien sabe que papeles, que les cede Tejas, así con jota.
Ni vendió, ni le pagaron. Esto debe quedar claro. El tema es que un año antes,
en 1835, los tejanos ya habían declarado su independencia con la amable ayuda
del yucateco Lorenzo de Zavala. ¡Otra independencia más a la colección! ¿Quién fue
peor, Santa Anna o Zavala? ¡dale con Yucatán! ¿No será que por eso ahora quieren
hacer el tren Maya? una forma de tenerlos contentos.
Desde 1834, en Estados Unidos gobernaba la versión histórica de Trump, pero a la décima
potencia. Su nombre: James Polk, quien "agregó” para su país en menos de 3
años, la friolera de tres millones de kilómetros cuadrados.
El objetivo era aplicar la doctrina
Monroe, pero en el fondo era el pánico de tener a Europa debajo del río Bravo.
Estados Unidos estaba acechando en todo momento como fomentar nuestra naciente
independencia, siempre y cuando eso le representara alejar a Europa,
especialmente a España, y de ser posible eliminarla. Su primer paso desde 1803,
fue negociar la compra de La Luisiana con Napoleón, mientras este emperador tenía
dominada a España. El pago fue de 15 millones de dólares por 2 millones de km2.
¿Le suena conocido el precio y la superficie? Si no, le aclaro que fue misma
cantidad y superficie en el Tratado Guadalupe Hidalgo el 2 de febrero de 1838,
firmado por el presidente mexicano de la Peña y su congreso.
Estados Unidos no conforme, y
sabiendo que Cuba seguía siendo de España, ―y ya entrado en gastos― corrió a
hacerle una amable oferta de compra: ¡100 millones de pesos! ¿O sea que la isla
valía más de seis veces que Tejas, Alta California y Nuevo México juntos? ¡Simplemente
insultante! Bueno… ya no podíamos estar más deprimidos.
El resumen hasta aquí: Los
mexicas (1325) perdieron en menos de 200 años su independencia en manos del conquistador (1521) quien
perdió todo en 300 años, en manos de sus descendientes ―independentistas criollos― directos (1821),
quienes a la vez perdieron la mitad de todo, en una nueva conquista (1836), año
en que ya ondeaban las banderas estadunidenses en una Tejas independiente, en la República de la bandera del oso, es decir California, y Nuevo México, ocupadas y de facto ya independientes. En 1838 solo dieron
el enganche (3 de los 15 millones) para firmar una compraventa, sobre un
territorio secuestrado por sus fuerzas navales, ocupado por el ejército, y
conquistado por la fuerza dos años antes. Esta operación se hizo para que el
mundo entero creyera que Polk era un hombre considerado
con su vecino del sur, y que habían cerrado una feliz compraventa. Del 15 de septiembre ―otra vez― de 1837, al 12 de junio de 1838, ondeó la bandera gringa en el Palacio Nacional de un México que le faltaría menos de un año para su mayoría de edad ―18 años― recién independiente.
Hoy le sucede a nuestro país con Tamaulipas,
Sinaloa, Guerrero etc., ―y no veo que alguien haga algo efectivo para
remediarlo―, lo mismo que en el período 1821-1838. En aquella época no se
poblaba, no se cuidaba, no se administraba ni la alta California, ni Nuevo
México, ni Tejas, etc. Resultado: Se perdió todo ello. Creo que actualmente
estos tres estados, ya no están en manos del gobierno mexicano, si no más bien en
manos de un nuevo tipo de gobierno que la historia no nos había enseñado a
comprender, es decir: el crimen "muy bien organizado".
Tener un país independiente, o
simplemente, tener un país, es mantenerlo. Es tanto como tener una empresa. Se
requiere un buen director, un buen equipo, un plan de negocio, una misión y una
visión. No se trata de ser simplemente "independientes”, pues de nada sirve
sino se tiene lo anterior.
Honrar, adular, engrandecer o
casi venerar a personajes mártires, sin comprender a todos aquellos que han
sido los verdaderos ganadores, solo nos deja vulnerables frente a diversos y constantes enemigos, pendientes de acabar con nuestra "susodicha
independencia”.
¡Si pudiera hablar esa
campana! ¿qué diría? creo que nos narraría todos sus "dolores", provocados por aquellos
que la han tañido a fuerza, y eventualmente traicionado, cada 15 de septiembre.
® DERECHOS RESERVADOS
CLAUDIO MÁRQUEZ PASSY
Si deseas conocer otras entrevistas con grandes personajes de nuestra historia, pongo a tu disposición mi primer libro "Entrevistas en el tiempo 1519 - 2019", o el segundo: "La Grulla Parda", que es un emocionante viaje durante la invasión de América... o debo decir: ¿conquista?