La sentí, la olí, la recordé…
Era ya tarde, casi
anocheciendo y lloviendo, cuando iba manejando un Ford Galaxie ´65, y por
alguna distracción tuve que frenar súbitamente, derrapando para dar casi una
vuelta completa en el pavimento mojado. No pasó de un gran susto, y que los
otros autos se hicieran a un lado y frenaran también, sin que tuvieran ni un rasguño; se me quedaron
viendo como reconociendo mi pericia, o más bien, mi absoluta
incapacidad. Volteé a verlos con una sonrisa irónica como diciendo ¿qué tal? La realidad es que este auto era el que me prestaba mi padre, y
donde yo "acabé” de aprender a manejar, pues era de caja estándar con la
palanca de velocidades en el tronco de la dirección "muy hidráulica”, pues se
movía más de lo que mis manos deseaban.
Tendría como 17 a 18 años. Año de 1971 o 1972. Creo que todavía traía permiso provisional de manejo...
Yo vivía en la Narvarte, que
era la colonia más nueva del rumbo, pues había sido fraccionada por los años ´40,
y que extrañamente se ubica en medio de la colonia del Valle y de la Roma,
ambas fundadas al iniciar el siglo veinte.
Debo decir que mis primeros
andares motorizados fueron en ese "tanque” de ocho cilindros, el cual
seguramente daba entre 4 y 5 kilómetros por litro; como sea, no recuerdo haber
realizado esa cuenta jamás. Mis rumbos eran Valle, Narvarte, Roma y Condesa.
Sin embargo, cuál no sería mi
sorpresa al comenzar la película, cuando veo que el esposo de Sofía entra con
su Ford Galaxie, quizás 68 o 69, con placas del bienio 70-71, e intenta
estacionarlo en la estrecha y recién trapeada cochera por Cleo (Yalitza
Aparicio), de alguna casa de "la Roma”. Fue entonces cuando dejé de estar en
el cómodo asiento de mi sala, y me "chupó” la pantalla.
Esta no es una película para
Millenials, sino para sus padres… No dudo que la aprecien, pero no pueden
sentirla, olerla o recordarla, dado que no estuvieron ahí nunca, que, además, les
llegará a parecer muy cruda la situación de a quien nosotros llamábamos,
sirvienta o muchacha.
Cuarón se inspiró, y llegó a
un nivel que sobrepasa un simple aplauso. Creo que, si bien es su negocio hacer
películas, puedo asegurar, o más bien sentir, que ésta no la hizo sólo por una búsqueda
de utilidades, sino persiguió una realización personal, la cual alcanzó y
rebasó con creces. Si no está exhibiéndose en todas las salas (ellas se lo
pierden), es quizás, porque aplica el refrán: "de lo bueno, poco”.
Resulta muy complejo sacar
adjetivos del diccionario y calificarla. Creo que sería riesgoso hacerlo, pues
a algunos les resultaría empalagoso, y a otros ofensivo por lo que pudiera
faltar. Simplemente puedo asegurar que el manejo del detalle está minuciosamente
presente en cada fotograma de una película, la cual, parece sacada de la
filmoteca de la época del cine de oro mexicano.
La magia que produce "Roma”,
es recordarnos las producciones de Ismael Rodríguez, Fernando de Fuentes, Emilio
el "indio” Fernández, etcétera, con sus ambientes y locaciones que, sin mayor
gracia, eran de la época en que se filmaban, y todavía no se inventaba el
technicolor. Claro está que el legado en la fotografía de un Gabriel Figueroa, pudiera
ser un factor que no solo influye en Cuarón, sino que éste último lo supera,
con el recurso de autolimitarse al blanco y negro, y es ahí, donde surge la
fascinación de este filme.
De por sí, una película en
blanco y negro resulta como tener el privilegio de estar leyendo el guion.
La escena más evocadora es
cuando están Cleo, Sofía y sus hijos abrazados en la playa de Tuxpan, y ya no
platico más, por si acaso usted no la ha visto…
La casa, efectivamente está ubicada
en la colonia Roma, en la calle de Tepejí 22, aunque de momento se ve una
escena que señala Bajío y Misantla, es la típica y repetitiva construcción de
la zona, con recuerdos tardíos del "Art Deco” donde las esquinas de los marcos
de columnas y trabes se resuelven con ángulos, a la herrería de fierro
estructural le quedan detalles de ese estilo, y los pisos son de granito colado, y pulido en sitio, seguramente en colores verdes, rojos, o azules, tema que
nunca sabremos, y nosotros los elegiremos con nuestra imaginación. Grandes
espacios, muchas recámaras, una escalera central, y la cochera casi siempre con
las "cacas” del perro, donde se estacionan en fila y "con calzador” el Galaxie,
un Valiant, y más cómodamente, un Vocho sesentero. Sin embargo, tengo entendido
que el interior de dicha casa fue un set. Si es el caso, el mérito es incuestionable.
La azotea con sus tendederos y
la ropa colgada, todavía escurriendo el agua de los calcetines, tinacos,
desorden, y sitio de recreo de los hijos, a la cual se llega después de una
interminable escalera de servicio, es quizás otra de las escenas más geniales
que pudo lograr Alfonso Cuarón.
El tema central, y la actriz,
de quien es imposible no quedar atrapado, es Cleo, la trabajadora del hogar, y que todos los integrantes de la familia la sienten como parte de esta, hablando indistintamente castellano y mixteco.
Durante un buen rato del
inicio de la película, parece que no hay una trama de importancia, sin embargo,
esta va apareciendo "en crescendo” hasta desembocar en un par de tragedias,
donde el halconazo del año de 1971 se convierte en el parteaguas. Sin
proponérselo, llega un momento que la vida de Sofía y de Cleo se hacen casi paralelas,
y se solidarizan en una situación sin reversa.
Roma se ensarta en la nefasta
época del echeverrismo y sus sanguinarios halcones, como si el 68 no le hubiera sido suficiente. ¿Algún mensaje?
Hay películas que gastan
millones y no logran mayor reacción. Como sea, no creo que ésta haya salido
barata, pues la infinita colección de detalles, ambientación, locaciones, actores
extras, automóviles, tranvías, camiones, marquesinas de los años setenta,
vestuario, etcétera, quizás no se aprecian por efecto del blanco y negro, y
pensáramos que fue filmada precisamente en 1971. Pues no, fue filmada en 2017,
y ahí está su genialidad. Creo que este es el factor principal, donde yo le daría su lugar en la filmoteca del cine de oro.
Se puede sentir la lluvia, se
pueden percibir los olores de la casa, lo que cocina Cleo, los ruidos propios
de la época en la calle, y sólo hasta que terminó la película, fue cuando la pantalla me expulsó de regreso a mi sillón, con ganas de volver a exiliarme otras dos horas a la misma.
Cada arte tiene su musa, pero
el cine aún no. Ya no le tocó por ser el séptimo de la colección, pero creo
que, si la tuviera, indudablemente le hubiera hablado al oído a este gran
director, que además decide el montaje, es el editor, fotógrafo, y productor de su propio guión como escritor.
Creo que se pasó de detallista. Entiendo que Cuarón vivió en la Roma en esa
casa de la calle de Tepeji, y de ahí nace su inspiración.
La Roma no sólo es una colonia
de este país, es todo México, es una colección de fotografías de muchas familias
mexicanas, convertida en película.
Si ya la vio, quizás esté de
acuerdo con algunos de mis puntos de vista, y si no, le sugiero que deje todo
lo que está haciendo.
® DERECHOS RESERVADOS
CLAUDIO MÁRQUEZ PASSY
Si deseas conocer otras entrevistas con grandes personajes de nuestra historia, pongo a tu disposición mi primer libro "Entrevistas en el tiempo 1519 - 2019", o el segundo: "La Grulla Parda", que es un emocionante viaje durante la invasión de América... o debo decir: ¿conquista?